César Hildebrandt apuesta por el cambio total de la Constitución
La opinión de César Hildebrandt siempre es
bienvenida. En la siguiente conversación, el periodista hace un repaso sobre
varios temas: el Perú y la urgencia de un cambio profundo, las elecciones
legislativas, la televisión, el feminismo.
Las
elecciones para el Congreso serán en una semana. ¿Tienes alguna expectativa de
lo que pueda salir de ahí?
Muy poca, no espero ningún cambio, espero más bien
una reiteración, una de las típicas reincidencias peruanas. No veo algo nuevo,
no veo grandes ideas, ni la aparición de un escenario distinto. Pero, en fin,
lo que al menos se logró fue romper la maquinaria mafiosa del apro-fujimorismo
y lograr un Congreso que será un archipiélago de menudencias.
Con ciertas
bancadas, dentro de la menudencia, que tendrán alguna presencia relevante, como
Fuerza Popular, por ejemplo.
Sí, relativamente importante, y dependerá del
Gobierno que esta vez haya un entendimiento con el Congreso que permita una
tregua que nos lleve al 2021 de una manera más civilizada. No creo que esta vez
el Ejecutivo pierda la oportunidad de concertar con un Parlamento fragmentado
para lograr consensos mínimos. Lo que hacía imposible la negociación era la
hegemonía absoluta del fujimorismo aliado con el APRA y los escombros de
algunos otros partidos.
La poca
expectativa que tú sientes es general, ¿no? No hay clima electoral.
Lo que no hay es clima cívico, urgencia de cambio.
Parece que el peruano no se diera cuenta de la crisis institucional. Somos una
economía 70% informal, tenemos un déficit de gestión porque no podemos ni
siquiera gastar el dinero que tenemos, tenemos serísimos problemas en lo
judicial, y el peruano parece ajeno a su propio drama. Es tragicómico.
¿Qué es lo
mínimo que le pedirías a un gobierno que tiene un año y medio de vida?
Que consolide algunas de las reformas que están, en
algunos casos, implícitas en los decretos de urgencia que se están aprobando, y
que se aventure a otras. El horizonte en el Perú debería ser el cambio de la
Constitución. Es evidente, nadie está de acuerdo con la actual, excepto
Dionisio Romero Paoletti y compañía, Alberto Fujimori y compañía, y Keiko
Fujimori y compañía, y varios etcéteras suficientemente aceitosos y manchados,
como para nombrarlos.
¿Qué cambiarías
de la Constitución? ¿El capítulo económico?
Claro, el capítulo económico que convierte al
Estado en una especie de apestado crónico, de enemigo público número uno que
sacraliza lo privado, y ya vemos a dónde nos ha llevado. Estamos hartos de esta
dictadura que, al igual que la Constitución del 80 en Chile de Pinochet, nos
ata y ancla. Sí, estamos hartos de esta Constitución, debe cambiar. Y si la
Confiep se asusta, es un gran síntoma. Si se pudiera privatizar el aire que
respiramos, lo habría hecho Fujimori.
Se vendería
en botellas.
En balones.
¿No es
demasiado pedirle un cambio constitucional a un Congreso que apenas durará un
año y medio?
Pero podemos empezar. Las escaleras siempre
empiezan por un peldaño. Este Congreso debería ser el peldaño para, el 2021,
emprender la tarea de cambiar la Constitución.
¿Tú ves a
Vizcarra impulsando un cambio constitucional en este año y medio, acaso?
¿Y a mí qué me importa Vizcarra? Me hablas de él
como si fuera Luis XIV. Son los pueblos los que cambian la Constitución. No se
necesita el impulso político del presidente, sino del pueblo, de los líderes
políticos, de los partidos, para que entiendan su papel en la historia.
Necesitamos el aliento de los líderes de opinión, entre comillas, y
probablemente la anuencia de esta prensa adormilada, intoxicada, drogada que, a
veces, nos aburre tanto.
Cambio la
pregunta. ¿A qué líderes políticos ves promoviendo un cambio constitucional?
No a Mauricio Mulder, a quien considero un agente
de la reacción más absoluta.
¿De quiénes
hablas entonces?
De aquellos que están surgiendo a nuestras
espaldas, a pesar de la prensa. Es gente que está cansada, y que puede,
perfectamente, contribuir en un futuro inmediato. Es gente que está naciendo,
aunque no lo creamos, y aunque esta prensa medio cataléptica que tenemos no los
atienda, porque la prensa sigue con Ántero Flores Aráoz, con Beingolea, con
Mulder, el viejo elenco, y estamos hasta la coronilla de él. Será de la
sociedad civil que surja esta gente que asuma el cambio que el Perú necesita,
porque, cuidado, se requiere de un cambio. Escuchen bien este mensaje. Si no,
va a haber…
¿Un Chile?
No, algo mucho peor. No olvidemos que el Perú parió
la guerrilla mutante marxista más asesina de América Latina, una bomba que
reventó, y cuando lo hizo todos dijimos: “Oh, Dios, ¿qué es esto? ¿No éramos
una sociedad pacífica?”. No, no lo éramos. La prueba está en que se tomó 12
años en derrotar a Sendero. Déjame recordar algo: cuando los marcos
constitucionales no responden a las necesidades de la gente, la gente rompe
esos marcos, y atraviesa la calle, y sacude el poder, y se manifiesta de mil
maneras, incluida la violencia. Y algunos dicen sobre Chile: “La violencia”. Sí
pues, la misma violencia coercitiva oficial que ejerce la clase dominante sobre
los dominados.
¿Qué es lo
que más te cansa del Perú?
La monserga, la paporreta, la calcomanía, la
redundancia. Y, para terminar, la huachafería.
Pensaba más
en términos políticos, sociales.
¡Qué aburrido eres! Solo la política te interesa.
Pero detrás de la política está la idiosincrasia. ¿Qué queremos? ¿Partidos
sofisticados cuando tenemos el índice de lectoría más bajo de la región, cuando
nuestros estudiantes, la mitad, no entienden lo que leen? Todo esto es
correlato de lo que somos.
¿Qué Perú
quisieras ver?
Uno cambiado, con agenda distinta, sin la dictadura
cultural de la derecha, sin las esposas que nos ha puesto el pensamiento
conservador que, virtualmente, rige todo. Acá no se puede hablar de lo más
esencial, porque está prohibido. Ejemplo: hablas del modelo económico y abren
los ojos, hacen preguntas preocupadísimas. Lo que yo digo es que en 10 o 15
años quisiera ver un Perú liberado, no anárquico, no izquierdista, no con un
apellido ideológico, sí liberado. No olvidemos que aquí el neoliberalismo se impuso
a patadas y con tanques, igual que en Chile, a sangre y fuego. No es que un día
el pueblo peruano decidió probar. No. Es que vinieron unos cívico-cachacos y
dijeron: “Esto es”. No le tengamos miedo al cambio. Deberíamos temerle a la
parálisis. No hay nada peor que una sociedad que no sea dúctil, plástica.
Una frase
común es que, en comparación con hace unos 30 o 40 años, estamos mejor como
país. ¿Firmarías algo así?
No, no lo creo así. ¿Estamos mejor en liderazgo
político, salud, igualdad, equidad de oportunidades? En absoluto. Los países no
se miden por el PBI. Eso es falso. Se miden de otra manera y, desde esa
perspectiva, política y cultural…
Fuente: LaRepublica.Pe
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