Boca vs River son una vergüenza mundial
Vidrios reventados, gas pimienta, jugadores sin
poder respirar, otros con cortes. Es un partido fútbol pero parece una guerra.
Un evento que entra a la historia no por el juego sino por la vergüenza, por el
escándalo. Nadie se podrá olvidar de este River Plate-Boca Juniors donde la
violencia sumó un nuevo episodio, una huella imborrable donde se desnudan las
carencias de una sociedad en problemas.
El tercermundismo que invade Sudamérica se
convirtió en una historia que se actualizaba en vivo, que se hizo tendencia
ante la mirada del mundo. Todos esperaban la final de la Copa Libertadores
donde se enfrentaban los dos clubes más tradiciones del fútbol argentino. Un
clásico en el que la expectativa era el fútbol, los goles y la celebración del
título más esperado y dulce porque al frente estaba el rival de siempre.
Pero todo eso quedó postergado cuando algunos
(malos) hinchas de River Plate con piedras reventaron las lunas del bus que
trasladaba al plantel de Boca Juniors. También tiraron gas pimienta, lo que
hizo que los jugadores ingresaran tosiendo, sin poder respirar. El más afectado
fue el capitán Pablo Pérez, que tuvo que ser trasladado a una clínica porque el
vidrio impactó en su ojo y terminó con una úlcera en la córnea. Una astilla era
la causante. También tuvo un corte en el brazo izquierdo.
A Carlos Tévez lo ayudaban para que pueda entrar en
el camarín, Nahitan Nández molesto, otros jugadores se tapaban con la camiseta
con problemas por el gas pimienta. Faltaban dos horas para que se juegue el
partido y el aura de suspenso corrió por el Estadio Monumental. El tiempo
avanzaba y nadie salía del camarín, los jugadores eran atendidos por los
médicos del club y los dirigentes pedían que el partido sea suspendido.
Entonces la presión llegó desde el ámbito
dirigencial. La Conmebol anunció que el duelo se postergaba una hora, con la
esperanza de arreglar todo por arte de magia. Pérez fue llevado a la clínica
para que lo vea un oftalmólogo y determinar la gravedad de su lesión, también
la del juvenil Gonzalo Lamardo. El máximo ente de Sudamérica envió un comunicado
donde firmaban sus propios doctores y señalaban que los jugadores “sufrieron
lesiones de piel superficiales y dos jugadores refirieron lesión en la córnea,
la que no se pudo confirmar”, y que no existía causal para que el partido sea
suspendido. Había nuevo horario (5:15 p.m. de Perú) pero nadie se movía.
Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors, iba
nuevamente a hablar con las autoridades de Conmebol para pedir que el partido
no se juegue por la condición física y mental de los jugadores. Porque no
solamente son golpes o cortes, también es una agresión psicológica.
Cuarenta y cinco minutos antes de la supuesta hora
de inicio, Carlos Tévez se paró frente a los periodistas y fue claro. “Nos
están obligando a jugar, las condiciones no están dadas. Jugadores vomitando,
otros en el hospital. Es una vergüenza. ¿Qué tiene que hacer River para que le
den la Copa? Vamos a jugar cuando le dé la gana a la Conmebol. Si nos íbamos,
le daban el título a ellos pero no se tiene que jugar mañana (hoy)”, remató el
‘Apache’ con una mezcla de bronca e impotencia.
Llegaron las 5:15 y ningún jugador había salido a
la cancha, el balón nunca rodó. La ‘final del siglo’ también era la espera del
siglo. Poco después, se confirmó que el duelo se suspendía para hoy. En la reunión
con Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, con el mandamás de Boca
Juniors y River Plate, además del mandamás de la FIFA, Gianni Infantino, se
decidió que lo mejor era que no se juegue el partido.
Nueva oportunidad
El partido ha sido programado para las tres de la
tarde (hora peruana) en el mismo escenario, el Monumental, con público, a pesar
de las agresiones. También a pesar de que el estadio fue clausurado por la
Agencia Gubernamental de Control de Gobierno por exceso de capacidad, algo que
es sancionado con una multa económica –no por los actos de violencia, aunque no
se crea–.
River Plate pedirá levantar la clausura y podría
jugarse el partido. El presidente del equipo millonario, Rodolfo D’Onofrio,
habló sobre este tema y una conversación con el mandamás xeneize, Daniel
Angelici. “Le pedí que no haya nada raro y que nos garantice que no haya nada
que nos impida jugar en nuestro estadio y con nuestro público. Es lamentable,
una fiesta divina fue interrumpida por unos 15 inadaptados. Nos privamos de
jugar un partido que miraba el mundo. Queremos un partido de igual a igual y
sin ventaja para ninguno”, indicó.
Angelici fue claro en su posición. “No estábamos en
condiciones ni físicas ni psicológicas para jugar este partido, más aún una
final. Fue una situación traumática Es un día triste. Son unos pocos
inadaptados que hay en todos los clubes”.
Si en la ida fue la lluvia la que alargó la espera,
ahora fue la violencia la que empañó esta final que no solo se ha jugado en la
cancha. Hasta en la salida del estadio hubo disturbios entre los propios
hinchas de River Plate. La esperanza es que el balón ruede pero la prioridad
debería ser que la violencia pare para solo poder pensar en fútbol.
Fuente: LaRepublica.Pe
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